La administración estatal pasada se comprometió a mejorar el transporte público en Mérida y en varias plazas importantes del estado de Yucatán. Esta promesa se vio materializada con la incorporación del sistema de transporte «va y ven», un proyecto innovador que buscaba transformar la movilidad en la ciudad a través de unidades tipo autobús híbridos y ecológicos. Además, se presentó la nueva línea Ie-tram, la primera eléctrica en el sureste mexicano. Sin embargo, en medio de este panorama de progreso, la situación actual plantea serias interrogantes sobre el futuro de este sistema.

El va y ven: un avance hacia la modernidad

El «va y ven» fue concebido como una solución a los problemas de transporte que enfrenta Mérida. Su diseño no solo incluía unidades modernas y sostenibles, sino que también prometía un impacto positivo en la calidad del aire y en la vida cotidiana de los ciudadanos. Este sistema era un paso hacia la modernización y la innovación, un esfuerzo por desmarcar a Yucatán de las prácticas obsoletas que han caracterizado el transporte público en muchas ciudades de México.

No obstante, durante la campaña electoral, surgieron voces en contra de este sistema. Verónica Camino Farjat, senadora y candidata de Morena, sugirió la posibilidad de retirar el «va y ven» para regresar a un modelo de transporte público obsoleto, que, lejos de atender las necesidades actuales de la población, representaba una opción contaminante y anticuada. Esta propuesta generó preocupación entre quienes defienden el progreso en la movilidad urbana.

La promesa de continuidad

A pesar de la controversia, Joaquín Díaz Mena, candidato de Morena y actual gobernador del estado, aseguró que el sistema «va y ven» continuaría fortaleciendo la movilidad en Yucatán. Esta afirmación fue recibida con optimismo, ya que ofrecía una esperanza de que las mejoras en el transporte público no solo se mantendrían, sino que también se expandirían.

Sin embargo, la reciente cancelación de una ruta clave que conectaba Mérida con el parque científico ha puesto en entredicho este compromiso. La decisión afecta a trabajadores, estudiantes e investigadores que dependían de un sistema de transporte eficiente y confiable. Ahora, se encuentran en una situación incierta, enfrentando la posibilidad de tener que recurrir a medios de transporte menos eficientes y más contaminantes.

¿Un retroceso hacia la obsolescencia?

Esta situación nos lleva a cuestionarnos: ¿acaso estamos ante el fin de un proyecto ecológicamente sustentable? La cancelación de esta ruta, junto con las declaraciones de la senadora Camino Farjat, sugiere que podría haber un retorno a unidades de transporte público obsoletas y contaminantes. Este giro en la política de transporte público no solo afectaría la calidad de vida de los ciudadanos, sino que también contradice los esfuerzos por combatir el cambio climático y promover prácticas sostenibles.

Es fundamental que la administración actual reevalúe sus decisiones y considere el impacto que tienen en la movilidad de la población y en el medio ambiente. El «va y ven» representa un avance significativo, y es esencial que se mantenga como una opción viable y moderna. La sociedad yucateca merece un transporte público que esté a la altura de las necesidades del siglo XXI, no un retroceso que favorezca lo obsoleto y perjudique a quienes dependen de una movilidad eficiente.

En conclusión, es momento de reflexionar sobre el futuro del transporte público en Yucatán y de exigir que se prioricen proyectos que promuevan la sostenibilidad y el bienestar de la población. La modernidad y la innovación deben ser las bases de cualquier estrategia de movilidad, y no podemos permitir que el pasado obsoleto regrese a marcar el rumbo de nuestras ciudades.

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